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¿En verdad se enseña religión en las escuelas?

  •  “El hombre es realidad problemática,

    tan problemática que la razón no puede resolver

  • de una vez por todas el enigma del ser humano”, Octavi Fullat

    Pareciera que parto de una pregunta que de entrada ya tiene su respuesta, pues en el artículo 23 de la Ley 115 se incluye la educación religiosa dentro de las nueve materias obligatorias que se deben ver dentro de toda malla curricular. Sin embargo, hace uno días conversaba con mi compañero David frente las prácticas educativas que está realizado como docente, en las cuales se desempeña como profesor de religión, y me comentaba sobre un inconveniente que había tenido al comienzo de su experiencia. En la universidad había acatado bien la diferencia que hay entre una clase de educación religiosa y una catequesis, donde se tiene presente que dentro del ámbito académico la religión debe abordarse como un hecho fenomenológico, y que en la catequesis le corresponde al credo que se practique formar en la fe según sea el caso. A pesar de esto, me contaba que al llegar al salón de clase, la docente le sugirió pedir a los estudiantes la hoja de misa dominical, para que así pudiesen estudiar cuidadosamente el evangelio. David Molesto reclamó a la profesora, donde le decía que eso no era correcto, pues de acuerdo a las características de una clase de educación religiosa, esto vendría siendo anticonstitucional. Sin embargo, y teniendo en cuenta la legítima inconformidad de mi amigo, evidentemente fue en vano su reclamo, pues al ser practicante, era a él a quien le correspondía adaptarse al programa que tenía establecido la docente para sus clases. Me pregunté entonces hasta qué punto se enseña realmente educación religiosa en las escuelas, o si por el contrario hemos convertido los establecimientos educativos en espacios para impartir dogmas de fe y catequesis.

    En este caso, si por religión entendemos aquella dimensión espiritual del individuo, donde se le forma en principios filosóficos y teológicos para entender la dimensión divina como un hecho crucial tanto personal como social, podemos responder con seguridad que no se enseña en las escuelas. Pero si por el contrario entendemos por religión aquel cumulo de creencias y tradiciones que se han conservado en el transcurso de la historia, podemos decir que sí. Esto se torna aún más controvertido cuando recordamos que a partir de la constitución del 1991 se declara al País como un estado no confesional y que a pesar de todo, sigue predominando una religión en especial, que en muchos casos es utilizada para hacer proselitismo de quien ostenta el poder, pues aunque en la ley 133 de 1994 se resalten los derechos de la libertad religiosa, no podemos dejar pasar por alto que dicha libertad, se ve restringida por la confesión familiar del educando, haciendo que se tergiverse la verdadera intencionalidad de estas clases y dejando como consecuencia el desvío de la esencia espiritual de los seres humanos.

    En este sentido son muchos los casos donde los padres de familia son quienes imponen en las escuelas la religión que se deba aprender, dando nuevamente un motivo por el cual la enseñanza de la educación religiosa pierde su contenido prioritario, pues esta pasa a convertirse en una herramienta para un credo en particular. Estoy convencido, que si por el contrario de lo que se viene llevando a cabo al momento de impartir las clases de educación religiosa, se enseña esta sobre una conciencia de formación integral y bajo pilares que sean transversales a lo sociopolítico, espiritual, ético, cognitivo, estético y corporal, y además, haciendo énfasis en la dimensión espiritual como característica principal de la existencia humana, se evitarían muchas preguntas necias de adolescentes que no fueron formados correctamente dentro del ámbito espiritual.

    Espero que las futuras generaciones docentes que pretenden impartir una clase de este ámbito, comprendan que los valores religiosos solo constituyen una parte del campo espiritual y que estos solo pueden darse en la medida que no se ignore el pluralismo religioso, pues la parte espiritual del individuo debe ser guiada desde una imparcialidad que no involucre tener vínculos con un credo en especial. Si en vez de enseñar dogmas de una forma vacía y sin plena consciencia del sentido místico para la vida diaria, se formara en las bases generales para toda dimensión espiritual, esta tuviese más interés por los educandos y no terminaría por convertirse en una materia de relleno. Acatando a la importancia que se da dentro del aula, sería ingenuo ignorar la concepción que se tiene actualmente frente la religión en las escuelas, que no es más que una respuesta sin sentido por lo que se hace.

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