La escritura japonesa suele utilizar en una de sus formas los caracteres que simbolizan “peligro” (ki o 危) y “oportunidad” (ki o 機) para referirse al término “crisis” (kiki o 危機), y cito esto porque el actual escenario político-electoral en Colombia y el impacto que ha manifestado sobre la ciudadanía en general no podría describirse con una palabra mejor que crisis. Con este panorama es importante hacer una breve pero clara radiografía de las implicaciones que dicha coyuntura eventualmente tendría de cara a las elecciones legislativas del próximo 9 de marzo.
En primer lugar, se debe resaltar que esta es una elección atípica por motivos que van desde un presidente sin popularidad pero con la reelección casi asegurada hasta un ex presidente con un carisma y respaldo inusual en la historia política del país liderando una lista al senado alterna a los partidos políticos tradicionales que independientemente del resultado que alcance marcará un precedente importante en el país lo cual cambiará seguramente la dinámica y por consiguiente la percepción del nuevo Congreso de la República.
Pero es la coyuntura ajena de manera directa al proceso electoral la que definitivamente marcará la tendencia en la agenda electoral tanto legislativa como presidencial, donde desde luego los temas centrales son el Proceso de Paz y el evidente deterioro y deslegitimación de las fuerzas políticas del país donde Antioquia ni la subregión del oriente son ajenas a estas manifestaciones, así como están las cosas puede afirmarse aunque con un amplio margen de incertidumbre ante el extraño contexto y desarrollo de la actual campaña electoral que los partidos liberal y conservador además de la U y el Centro Democrático obtendrán por lo menos el 75% de la curules del senado y alrededor del 80% en la Cámara de Representantes escenario que plantea un complejo reto de gobernabilidad si se ve desde la perspectiva de la Unidad Nacional desarrollado en el periodo 2010-2014.
Si esta tendencia se mantiene esta última semana y se consolida en día de la cita electoral en Antioquia ocurriría un fenómeno de reacomodo de las fuerzas políticas principalmente en la cámara baja muy interesante como por ejemplo que de las 17 curules en disputa un partido distinto al de hace cuatro años se alzaría con el mayor número o que un partido que en 2010 no estaba en los cálculos de nadie que existiría logre una representación importante deteriorando el margen de maniobra electoral del partido que se erigió de las ideas de su ahora contrincante y hablo del Centro Democrático y del Partido de la U respectivamente.
Por razones como esta es procedente afirmar que la tendencia creciente del voto en blanco y que ha suscitado un debate nacional está por verse y jugará un papel muy distinto en ambas elecciones y aunque pueda ser un síntoma de abstención o indecisión lo cierto es que el 9 de marzo contribuiría a fortalecer las maquinarias políticas tradicionales y el 25 de mayo plantearía serios interrogantes sobre la legitimidad no sólo del sistema electoral sino del sistema político colombiano en su totalidad, de ahí la idea de que la actual crisis es un reflejo tanto del peligro como de la oportunidad que puede configurar la contienda electoral en curso.