Por Mons. Iván Cadavid O. – Rector Seminario de Cristo Sacerdote
En las escarpadas montañas de Nariño, en Antioquia, en el descenso desde el páramo de Sonsón hasta las cálidas riberas del río Samaná, en una finca llamada La Balsa, nació el 6 de febrero de 1914 –hace 100 años- el que sería un egregio pastor de la Iglesia, Alfonso Uribe Jaramillo. Sus padres, Pascual y Eugenia, se trasladaron a La Ceja donde el niño adelantó sus estudios en el Colegio de La Salle, antes de ingresar al Seminario de Medellín para realizar la vocación sacerdotal a la se sentía llamado. Desde el principio se mostró como un alumno brillante, disciplinado, de recia personalidad y una clara decisión vocacional. El 1 de noviembre de 1937 fue ordenado sacerdote por el arzobispo Tiberio de J. Salazar y Herrera; cantó su primera en Sonsón y fue destinado para trabajar en el Seminario de Medellín. En Canadá adelantó estudios de especialización.
Fue nombrado Rector del Seminario y años más tarde (1955) Párroco y Vicario General de la nueva diócesis. En 1959 fundaría el Seminario Cristo Sacerdote para vocaciones de adultos, en La Ceja, del cual fue rector. En 1963 fue nombrado Obispo Auxiliar de Cartagena. En 1966 reasumió la rectoría del Seminario y en 1968 fue designado Obispo de la diócesis que desde entonces se llamó Sonsón-Rionegro. Pastoreó en ella hasta 1993, con admirable celo pastoral, sólida espiritualidad y extraordinaria capacidad y visión para crear las obras que la Iglesia necesitaba para su misión: los seminarios para adultos, campesinos, misioneros, para atender la Renovación Carismática, para la formación de los seminaristas diocesanos; la Universidad Católica de Oriente; y varias comunidades de Religiosas.
Su vida, obra y escritos se resumen en el epitafio esculpido en su tumba: “Movido por el Espíritu Santo, glorificó el Sacerdocio de Jesucristo”. Dos amores fueron la razón de su ministerio: el Sacerdocio de Cristo, al cuya glorificación dedicó su vida; y la profunda convicción de que es el Espíritu Santo el que mueve a la Iglesia, la santifica, la enriquece con toda clase de dones y la lanza al mundo a anunciar el Evangelio. La Renovación Carismática Católica que impulsó con decisión y sabiduría y a la que dedicó muchos de sus libros, fue en el último periodo de su vida una maravillosa fuente de espiritualidad y de acción pastoral. Murió el 15 de julio de 1993 y fue sepultado en la Basílica de Nuestra Señora del Carmen de La Ceja, a donde muchos llegan para implorar su intercesión.