Colombia merece la paz. Por los muertos de esta guerra que según el Centro Nacional de Memoria Histórica son 220 mil (una cifra conservadora); o por los 500 mil de los que se habla extraoficialmente (una cifra escalofriante); por los desplazados que según el Registro Único de Víctimas, a fecha del 1 de septiembre del 2016, asciende a 6 millones 937 mil 205; por los desaparecidos que son 164 mil 238; por los 33 mil 511 secuestrados; por los 10 mil 029 torturados. Son en total 7 millones 900 mil 102 víctimas; no son números, son familias enteras, personas de carne y hueso, viudas, niños, niñas, mujeres, abuelos, comunidades enteras arrasadas por esta vorágine sin nombre que solemos llamar conflicto armado.
Colombia merece la paz. En los últimos 52 años nuestro país ha sido una puta carnicería, una guerra, llamada de baja intensidad, en donde gente del campo vestida de guerrilleros, de soldados y paramilitares se han matado, nos han matado, nos hemos matado; mientras las personas indiferentes de las cuatro o cinco ciudades más grandes del país piensan si pueden o no salir a sus fincas. Colombia merece la paz porque por fin nos dimos cuenta que los ríos del país han sido ríos de sangre y de dolor; los ríos Magdalena, Samaná Sur, Samaná Norte, Calderas, Nare y La Miel han sido fosas comunes; de eso dan cuenta miles de personas y tenemos una oportunidad, tal vez la última, de cambiar el rumbo de las cosas.
Muchos no nos damos cuenta de las bondades de la paz. En los últimos siete meses los homicidios han disminuido, los secuestros ya no son el pan de cada día, las tomas a los pueblos ya no ocupan los titulares de las noticias, los atentados a la infraestructura eléctrica ya no aparecen. Según el Centro de Recursos para Análisis del Conflicto (CERAC), los últimos 13 meses continúan siendo los de menor intensidad del conflicto en sus 52 años de historia, en cuanto al número de víctimas, combatientes muertos y heridos, y acciones violentas.
Ver: http://blog.cerac.org.co/monitor-de-desescalamiento-del-conflicto-armado-interno-en-colombia-6
El conflicto armado con las FARC se está desescalando y eso es una buena noticia. Falta el ELN, las BACRIM, los narcos y un largo etc., pero algo está cambiando, se están salvando vidas y por primera vez en muchos años estamos dejando de matarnos. Se acerca el plebiscito; aprobaremos o desaprobaremos el contenido del acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC el próximo 2 de octubre en las urnas. Algunos, que votarán “NO”, dicen que estamos entregando el país al terrorismo; están en todo su derecho. Yo soy de los que pienso que es la más grande oportunidad de cambiar el rumbo del país, no el futuro de las FARC, ni del presidente Santos o del senador Uribe; su futuro político tiene el horizonte de las elecciones, pero el futuro de la paz tiene el horizonte de las generaciones venideras, del inicio de un proceso de reconciliación nacional.
Colombia merece la paz. Votar “SÍ” en el plebiscito es una apuesta por el futuro. No cambiarán muchas cosas después de la mañana del 3 de octubre, pero estoy seguro de que, luego de muchos seremos, seremos un país con un tesoro llamado ESPERANZA.
