Por: Marleny Arcila Aristizábal - Presidenta - Centro Académico de Historia “San José de la Marinilla”. [email protected]
El siglo XIX se caracterizó por una serie de reformas políticas, económicas, religiosas, sociales y culturales, que marcaron el devenir histórico de la Nación Colombiana. Estos cambios no estuvieron exentos de disputas y conflictos, que luego en la mayoría de las veces se resolvieron por la vía armada. Una de las grandes reformas que se extendió durante este siglo, fue la disputa política entre liberales y conservadores quienes a su manera, buscaban establecerse en el poder. Es así, que la Batalla de Cascajo el 4 de enero de 1864, ingresa en el contexto local, regional y nacional, como una gesta que marcó ideológicamente a dos pueblos: Rionegro de suscripción al Partido Liberal y Marinilla Conservador por tradición.
Para entonces, la República llevaba por nombre “Los Estados Unidos de Colombia” y el presidente General Tomás Cipriano de Mosquera, vinculado al partido liberal, dio paso a la ejecución de diferentes ordenanzas, decretos y un cúmulo de reformas; que afectaron de manera directa el empoderamiento religioso. Entre éstas, declaró disuelta la Compañía de Jesús y ordenó la desamortización de bienes de manos muertas, lo que significó que las propiedades de las comunidades religiosas se adjudicaron a la Nación.
Fue así como se estableció entonces en el Estado de Antioquia, un nuevo círculo político bajo el mando del General Pedro Justo Berrío que, lejos de calmar las pasiones políticas, de cicatrizar las heridas que las guerras civiles habían causado a la patria hasta ese momento, atizó el fuego de los pasados rencores e inició una inmensa serie de usurpaciones a los derechos del pueblo. El General Pedro Justo Berrío apoyó la causa libertaria conservadora, con la cual enarboló la bandera que combatiría la inmoralidad, que según su creencia, se apoderaba de Antioquia.
Para este momento, el presidente General Tomás Cipriano de Mosquera previó los conflictos que se generarían con sus medidas políticas y es así que para Antioquia, uno de los Estados con mayor fervor religioso, designó como Gobernador Provisorio a Don Pascual Bravo, quien con más de 500 soldados de guerra bien armados y disciplinados, se aprestó a liberar el Estado de Antioquia de la coyunda del catolicismo, pues era seguidor del Partido Liberal, así como lo era el lugar donde nació, Rionegro.
Con el General Pascual Bravo como líder, los Marinillos dieron por cierto que serían atacados. Por lo tanto, se aprestaron a conformar milicias y empezaron a comprar armas y a conformar con los otros pueblos, filas que debían trabajar a favor de la libertad y del movimiento conservador. Para esto, el Coronel Obdulio Duque organizó la División Giraldo y, una vez iniciada la campaña militar, acamparon en el Alto de Tinajas, quedando así al frente de las fuerzas enemigas, que ocupaban las inmediaciones del cementerio de Marinilla.
La estrategia más característica elaborada por el Coronel Obdulio Duque, y que es reconocida por la Historia, fue mantener inquieto al adversario siendo muy cauteloso con los lugares donde se asentaban para no ser vistos, y así, poder avanzar y retirarse cuando lo considerara pertinente. Aunque sólo contaba con 200 hombres, 60 armas de fuego y algunas lanzas, esta estrategia generó efectos positivos para los Marinillos, pues fue difícil la movilidad para los liberales ubicados en Rionegro, dado que si intentaban perseguir a los marinillos, éstos se escabullían por una inmensa red de caminos, desfiladeros y montañas que sólo ellos conocían. Los contrincantes se acercaron sigilosamente al lugar de Cascajo, donde se libró la Batalla conocida como la “Batalla de Cascajo”.
No sólo los militares figuran como alentadores de la causa libertaria. También algunos Presbíteros como Valerio Antonio Jiménez y mujeres como doña Joaquina Jiménez y doña Rosalía Giraldo, fueron parte importante durante el desarrollo de la Batalla. Así, es preciso reconocer que muchas mujeres Marinillas participaron tanto en calidad de combatientes, como quienes suministraban los víveres y las municiones necesarias a las tropas.
Fue un acto que manifestó el apoyo de las mujeres a los hombres en batalla, fue la elaboración de una bandera enviada al Batallón Arbeláez, como símbolo de victoria y manifestación de cuanto esperaban las mujeres marinillas de sus padres, hijos, hermanos y esposos, armados en defensa de sus ideales. Días después de la Batalla de Cascajo, la correspondencia femenina entre diferentes lugares de Antioquia, evidenció las consecuencias y el sentimiento en relación a las pérdidas humanas. Unas de las cartas más relevantes fueron las enviadas por mujeres de Abejorral y de Sonsón, manifestando su apoyo a las mujeres Marinillas, donde se ensalzaba su labor y las animaban a la distancia.
De esta forma, recordamos el valor, entrega y entusiasmo con que hombres y mujeres se entregaron por la causa ideológica que representaba a cada uno de los pueblos, fieles a sus creencias, y con la convicción de construir un futuro para las nuevas generaciones. Hoy, celebramos la unión y la armonía con que viven los pueblos vecinos, Rionegro y Marinilla, y auguramos una proyección que cada vez más, enriquece la formación de niños y jóvenes, y enaltece la memoria de nuestro pasado histórico.