En este momento enfrenta uno de sus retos más difíciles y más alegres, el retorno de los miles de personas que se desplazaron por la violencia sufrida entre 1998 y 2005. Fuente: www.elcolombiano.com
Entre 1998 y 2001 San Francisco —municipio del oriente antioqueño, fijado en el pico de una montaña— pasó de 14.000 habitantes a 2.800. Los enfrentamientos entre el Ejército, las Autodefensas y las guerrillas del Eln y las Farc desencadenaron temor y amenazas. Muchos se fueron, pero no para siempre. El retorno comenzó y con ese fenómeno —lo inverso del desplazamiento y con signos parecidos—, el reto para la administración municipal.
Por las carreteras polvorientas del oriente aún siguen casas abandonadas, con el techo caído, la maleza que se mete por los recodos, la naturaleza que vuelve y toma lo que es suyo. Pero hay otras fincas que han ido recuperando el verdor, la música entre las paredes, los cultivos uniformados en las hectáreas.
La vía La Piñuela-San Francisco, esos trece kilómetros en los que en un solo viaje se podían encontrar retenes del Ejército, las Auc, el Eln y las Farc —entonces destapada y después una ruta de soledad— la han recuperado sus pobladores en los últimos años, ya sin miedo.