Por Luisa F. Giraldo
Una mañana de septiembre de 1955 nació el “tornillero mayor”. San Vicente Ferrer es su pueblo natal; su abuela, la matrona de la casa, lo recibió en sus manos y atendió su parto en la finca. “Casi me dejan morir”, dice Efrén. Le cortaron el ombligo y no se lo amarraron, “por allá me recogieron ya moribundo desangrándome”.
Así fue el primer día en el mundo de Efrén Cardona, quien hoy es el hombre que más tornillos vende en toda Colombia: la empresa Mundial de Tornillos vende hoy 33 millones de dólares al año.
En el Oriente Antioqueño vivió sus primeros años. De origen campesino, Efrén Cardona Rojas tenía su mente en el futuro.
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A las 5:30 de la tarde soltaba el azadón y prendía la radio, se sentaba a escuchar “Kalimán”: las historias de ese superhombre a quien nada detenía empezaron a generar en él el deseo de no dejarse detener por nada: “Tendrás que ser vencedor de ti mismo para poder vencer a los demás”, decía Kalimán, y cada palabra de este superhéroe se quedaba impregnada en el corazón de Efrén.
Luego escuchaba también todas las carreras de ciclismo, y su mente volaba; él quería ser ciclista, quería estudiar, pero su papá le decía que estudiar no era para los hombres, que ellos se tenían que dedicar a la finca. No obstante, Efrén, como Kalimán, no se detuvo, persiguió sus sueños con la convicción, el deseo y el fuego que sentía en su corazón.
Efrén: el hombre de las múltiples facetas
A los 17 años se fue de San Vicente. La ciudad de la eterna primavera lo aguardaba con los brazos abiertos, en Medellín estaba el futuro que le esperaba; no era necesariamente el ciclismo, pero allí practicaba en su bicicleta. Corrió con varios equipos y participó en varias ediciones de la Vuelta a Colombia. Al terminar su trabajo como ciclista comenzó a trabajar en una ferretería, y allí fue aprendiendo de tornillos.
Tantos equipos de ciclismo lo vieron competir como almacenes de ferretería lo vieron trabajar. El destino parece estar escrito para un hombre preparado. A Efrén lo suspendieron por un año del equipo de ciclismo en Antioquia, y todo por decir la verdad: él le habló a los medios de comunicación de las múltiples penurias por las que pasaban los deportistas.
Como a él nada lo frenaba, se fue a trabajar a Bogotá. Allí también trabajó en una ferretería y después se puso a entrenar con otro equipo; el fuego de Efrén no se apagaba. Luego de mucho entrenar, no lo dejaron competir en la Vuelta a Colombia porque estaba suspendido, en Antioquia no le dieron el permiso. Nada qué hacer. Se quedó en la ciudad capital y continuó su quehacer en las ferreterías, donde se ganaba 1.200 pesos; ese era el mínimo de esa época.
El génesis de Mundial de Tornillos
Luego de mucho aprender, Efrén se decidió a emprender su propio negocio. Consiguió proveedores y aprendió todo sobre el mundo de los tornillos. Se iba puerta a puerta a todos los talleres y en cada lugar que llegaba tenía un cliente. De 6 de la mañana a 10 de la noche trabajaba de sol a sol, 24/7, así era la labor del hoy “tornillero mayor”.
La vida de Efrén continuaba en la capital. Abrió su primer local en Ricaurte, donde también vivía, dormía, se bañaba con una totuma con el agua del lavamanos y cocinaba; así lo hizo por dos años en ese local que medía 36 metros cuadrados. Allí inició un sueño que hoy continúa. En su proyección y espíritu comerciante, Efrén fue a buscar proveedores por todo el mundo, incluso fue hasta la China, donde hasta el día de hoy los conserva.
Efrén se llevó a toda su familia a vivir y a trabajar. También se llevó a su esposa que era profesora en la escuela Julio Sanín de Rionegro, mujer con la que hoy tiene tres hijos.
Muchos continuaron con él en el negocio familiar, otros se dedicaron a iniciar sus propios proyectos. En el año 2000 secuestraron a un hermano suyo: esta fue una de las épocas más difíciles para todos. Luego pudo volver a la libertad, y todos en común unión continuaron construyendo su legado.
En la actualidad Mundial de Tornillos tiene 17 locales en todo el país, continúa siendo una empresa familiar y, a sus 66 años, Efrén continúa al frente de su emporio.
El “tornillero mayor”: una vida y un legado
Ciclista y empresario, no faltaría nada más en la vida de Efrén, pero además es abogado, magíster en estudios políticos y relaciones internacionales; también incursionó en la política como senador de la República en el periodo 1998-2002 y, como si fuera poco, es Mayor de la Reserva del Ejército Nacional.
El espíritu del campo no abandona su vida, Efrén aún tiene sus vacas y ama su origen y a su pueblo natal, San Vicente Ferrer.
Son múltiples los reconocimientos que Efrén ha adquirido a lo largo de su vida. En el Senado de la República recibió la Orden del Congreso en el grado de Gran Cruz con Placa de Oro, y también recibió la Orden del Zurriago como símbolo de la pujanza antioqueña, entre un sinnúmero de reconocimientos más.
Efrén Cardona es un hombre con chispa, alegría, su vitalidad es envidiable y sus ganas de devorarse el mundo continúan intactas. El ciclismo no lo olvidó y hoy desde su empresa apoya equipos para que jóvenes continúen practicando aquel deporte que tanto ama.
El legado de Efrén continuará su camino. Cada día transmite a sus hijos los conocimientos necesarios para seguir con un trabajo incansable que construye país a punta de tornillos con el “tornillero mayor”, que nació una mañana en San Vicente Ferrer y a quien hoy el mundo abriga como su hogar.