Entonces, con caras de asombro, cinco mil antioqueños recorrieron las instalaciones del que 35 años después sería el segundo aeropuerto más importante del país. Entonces, Rionegro era aún más pueblo que ciudad pero recibía, orgulloso, al presidente de la República, Belisario Betancur, para dar apertura al sitio que le daría a Antioquia acceso al mundo, y al mundo acceso a Antioquia.
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Hay quienes dicen que muchos llegaron en bicicleta y que hubo filas interminables de políticos y campesinos que querían entrar a chismosear al interior de esa megaobra de infraestructura que tardó diez años en ser terminada.
Los campesinos de los alrededores comenzaron a sentir los enormes aviones sobre sus cabezas desde las seis de la mañana de este 29 de agosto, en un día de 1985 que se vio, por momentos, cobijado por una pesada manta de niebla que obligó a la interrupción temporal de las operaciones aéreas.
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El hecho es que hoy, cuando el mundo ha tanto cambiado, el aeropuerto de Rionegro es símbolo de progreso. Y hay todavía quienes se ofenden cuando alguien dice “Aeropuerto José María Córdova de Medellín” porque, en aras de la precisión, el José María Córdova “no es de Medellín sino de Rionegro”; el José María Córdova es el aeropuerto que el Oriente Antioqueño le prestó al mundo.
