Tomarse un tinto en la mañana es quizá uno de los placeres más comunes entre las familias antioqueñas, y en el hogar de doña Belarmina no es la excepción.
El lunes 18 de septiembre, cerca de las 10 de la mañana, parte de su familia estaba compartiendo tranquilamente un café, cuando de repente los aturdió el tremendo estallido producido por la explosión en la polvorería ubicada en el Alto de la Capilla.
Nos pusimos muy nerviosos (...), ese fue un momento muy difícil
admitió doña Belarmina al recordar ese momento.
Algunos de los escombros cayeron sobre su casa, causando daños en el techo y otros enseres.
Así, la suya fue una de las familias que resultaron afectadas en Rionegro a causa de la emergencia que dejó dos personas muertas y una veintena de heridos.
En el momento de la explosión, a doña Belarmina la acompañaban también dos de sus nietos: Emanuel y María Ángel.
“El más afectado fue Emanuel, el niño quedó muy traumatizado, él lloraba, decía ‘mi casita, mi casita’”, contó la mujer.
Producto de las secuelas psicológicas de la explosión, el pequeño Emanuel se encuentra hospitalizado, y según su abuela, además de nerviosismo, presenta dolor de cabeza y dolor de estómago.
Asimismo, a esta familia también la ha entristecido la desaparición de Michi, su gatica, que es una de las mascotas perdidas tras la emergencia. En el momento la siguen buscando y, por eso, han venido compartiendo una foto suya en redes sociales.
