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La santa Laura y su paso por La Ceja y Marinilla. Apartes de su autobiografía

  • El momento más representativo para la fe católica en todos los tiempos, la madre Laura Montoya, primera santa colombiana de toda la historia.


    Laura fue educadora e inquieta por el bienestar de los más necesitados, una profesora perseguida por su modelo pedagógico.

  • La travesía de esta antioqueña inicio en las montañas del departamento, más exactamente en Dabeiba, un recorrido que culminó en la capital de la montaña, en el que ahora es su santuario y donde yacen sus restos mortales, en el convento de Belencito.

    Haciendo un análisis detallado en su autobiografía se puede concluir la primera santa colombiana, estuvo en el municipio de La Ceja, en el año de 1905, tras ser nombrada maestra seccional y Marinilla en el 1907.

    La Ceja

    Un paso que nefastamente marco la vida de la madre, a su llegada al municipio fue víctima de la mala atmósfera social que he le había generado proponer nuevos modelos educativos. Recaló entonces en la localidad, buscando disminuir la calumnia y persecución de la ciudad, todo gracias a la recomendación del padre Ulpiano, que como ella lo mencionaba, quizá por lástima, siempre pensaba en darle buenas opiniones y consejos.

    “Me dijo que debía irme a La Ceja en los asuetos, pero que me fuera sólo con una niña que me acompañaba y dejara a mi madre, dado que le era muy perjudicial el clima de La Ceja, vio en esto el motivo para separarnos, pues se le dijo además, que yo iba a ver si para el año siguiente podía colocarme en La Ceja, ya que en Medellín se había hecho imposible para mí”……

    Con entusiasmo había emprendido el viaje a la Ceja, un lugar donde tenía muchas amistades, pero las amistades no aparecieron. ¡Pícaro mundo! vuelvo a decir. Pasé los asuetos en una casita, acompañada por la niña que había llevado y que era como una hija de crianza y con una sirvienta, la dueña de la casa.

    Pero todo fue muy difícil para la madre, antes de encontrar hospedaje, sufrió producto de los antecedentes que traía, nadie le alquilaba un cuarto, ni le daba posada. Con angustia encontró un hogar donde la albergaron con una serie de requisitos, la propietaria del hogar le limitó el ingreso y salida de la casa, la madre no tenía llaves y estaba sometida al tiempo de la dueña de la casa. Cuenta la santa en su autobiografía que permanecía en la escuela hasta que la directora cerrara y luego se iba  a la Iglesia, y estaba allí hasta que el sacristán cerrara, después para el atrio a esperar a que la señora dueña de la casa, una sirvienta se desocupara en la vivienda a donde servía, es decir, hasta las nueve de la noche, para irse con ella, al hogar.

    En la vida de la madre Laura, La Ceja estará en su corazón para siempre, pues una noche en medio de la desesperación marco su vida para siempre.

    Al regreso el padre Ulpiano Ramírez, dijo que Medellín continuaba prendido y que los periódicos de algunas capitales de la República se ocupaban en continuar la labor de desprestigiar, su ejemplo, la enseñanza católica.

    Todo era dolor y más dolor y la pena de siempre las ahogaba a todas. Dios mío, ¿cómo no me morí? Miraba La Ceja como un sepulcro y a Medellín como un campo de batalla horripilante. Relata en su historia.

    Según revela el testimonio de la madre, se produjo la noche de amor a la cruz, esa noche sintió tal adhesión a la cruz, que tomó un cuchillo, enrojecido al fuego, y se hizo una cruz en el pecho, quemándose fuertemente. Con esto, sintió un poco aliviada del dolor interior.

    La cruz del pecho se le enconó mucho y el padre le dijo, que al hacérsela había pecado. Se acuso de ello y quedo medicinando su herida. “Esta cruz me quedó, por muchos años como testimonio de mi amor a la cruz de la persecución, pero como me habían dicho que había pecado, me era un tormento especial”

    Finalizando 1905 me enteré que mi madre estaba pasando angustias en Medellín y de inmediato regrese a la ciudad, relata la madre en su autobiografía, estuve más de un año a su lado garantizando su calidad de vida.

    Marinilla

    Pero en 1907 el destino me volvió a poner en el Oriente Antioqueño, nuevamente el padre Ulpiano me propuso que me fuera a Marinilla a fundar un Colegio. Acepté y me fui sólo con mi madre. Marinilla fui bien recibida y atendida; pero me daba lo mismo que si hubiera sido lo contrario. “Mis intereses no eran los míos, sino que eran los intereses de DIOS”.

    Este fue entonces el trasegar de la madre Laura por el Oriente Antioqueño, una subregión que le aporto significativamente a la  escogencia de su vocación religiosa.

     

    Datos:

    En La Ceja fue nombrada como maestra en 1905, el decreto se perdió en un incendio.

    Fue nombrada maestra con el decreto 750 del 30 de diciembre de 1906.

    Colaboración: Daniel Castro.

    William Toro Marulanda

    MiOriente - [email protected]

     

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