Con la promesa de pavimentar los cinco kilómetros que faltan entre Sonsón y Nariño, la Gobernación de Antioquia se une con la de Caldas para recuperar la Carretera del renacimiento.
“Ahí viene la Magdalena”, murmuraban en Nariño cuando ascendía, de tumbo en tumbo, aparecía y desaparecía; iluminaba y se difuminaba. Y, de pronto, sorprendía al pueblo como un milagro. Los campesinos se arrodillaban al verla. No era una virgen, no precisamente, sino el bus de Flota Magdalena que subía desde el gran río hasta Medellín.
Carlos Arturo Marín, alcalde de Nariño, lo recuerda bastante. Que en aquella época su pueblo era uno campesino, rústico, dice. Y sigue siendo campesino y rústico. Que está feliz, además, dice en Puente Linda, un paraje con una casona gigante al lado del río esmeralda, el Samaná, que separa Antioquia y Caldas.
El puente no es de hoy. “United States Stell. Export Company. U.S.A. 1949”, se alcanza a leer en él. Esta carretera de 180 kilómetros entre Sonsón y La Dorada, Caldas, era la antigua vía que conectaba a Medellín y Bogotá, hasta que la actual autopista se inauguró en 1982 y condenó al ostracismo a Nariño, Argelia, Samaná, Pensilvania y esa larga lista de poblados al lado de la carretera.
Carlos Arturo Marín dice estar feliz al lado del río Samaná por el anuncio que hizo el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, de que en 2016 se pavimentarán los cinco kilómetros que faltan entre Sonsón y Nariño. Dijo además, que se conformará con su similar de Caldas, Guido Echeverri, un comité de impulso que trabaje por la vía.
La Gobernación de Caldas ha sido la más comprometida. Ya habían hecho los estudios y diseños de la carretera, además porque 112 kilómetros les corresponde recuperar. A Antioquia, por su parte, y de pavimentarse los cinco kilómetros prometidos, le quedarían por recuperar 22 entre Nariño y Puente Linda, en donde se hizo el evento Recuperación de la Carretera del Renacimiento.
Hablan de posconflicto
El evento congregó a más de dos mil personas de ambos departamentos. Los diputados impulsores de la carretera arengaron, prometieron y hablaron y hablaron de posconflicto desde una tarima.
Era el día de las víctimas, 9 de abril, había en Puente Linda dibujos, pinturas, carteleras, fotografías de los efectos del conflicto armado. Solo cuando los gobernadores, el viceministro de medio ambiente, los alcaldes y los diputados terminaron de hablar y de firmar su compromiso con la obra, le dieron cabida a la voz de las víctimas. Luis Pérez ya ascendía en su helicóptero naranja cuando una líder de Nariño tomó la palabra. El asunto es que ya no tenía quien la escuchara.
Todos parecieron repetir el mismo discurso: que si el gobierno nacional quiere un proyecto ambicioso de posconflicto y paz, es fundamental recuperar esta vía que “fue tan importante para el desarrollo de Colombia y se convirtió en lugar de guerrillas, de violencia, de dolor para la gente”. Es cierto, claro. La ausencia del gobierno Santos, disimulada con la presencia de un viceministro poco útil para la ocasión, le restó fuerza al momento.
Pero el nombrado posconflicto no solo requiere de una vía, importante sin duda, sino de transformaciones sociales y culturales, de oportunidades de educación y de empleo, por nombrar algo. Los dirigentes políticos que asistieron hablaron de “desarrollo” hasta el hastío, pero ése no solo se construye con cemento y asfalto.
Pérez Gutiérrez dijo antes de volar que esta semana firmará con 56 alcaldes la pavimentación de 150 kilómetros en Antioquia, que al final de su mandato espera hacerlo con 1000 kilómetros de vías terciarias. Lo dijo por “los escépticos”. El tiempo lo dirá, así como la recuperación de este corredor vial que, de pavimentarse, sería tan milagroso como el bus de la flota que ascendía entre estos balcones, de montañas escarpadas y conductores kamikazes.
Enviado especial: Juan Camilo Gallego. (Twitter: jcamilogallego)