Se trata de Marco Tulio Atehortúa, quien nació el 31 de diciembre de 1898 en este municipio del Oriente y que este año llegaría a sus 116 años de vida.
Una vieja biblia, un tabaco y aguardiente, fueron sus compañeros durante los últimos años de vida de este hombre al que le tocó ver morir a todos sus hermanos, a su esposa y a cuatro de sus hijos, mientras él, lúcido, medio sordo, pero con buen sentido del humor, seguía en este mundo a la espera del día en que la muerte se lo llevara también.
Por más de 10 años vivió al lado de una nuera viuda y algunos nietos en una humilde vivienda en lo alto de una montaña de la vereda La Peña, de Cocorná. Allí, el viejo Marco pasaba las cientos de páginas con cada uno de los recuerdos que por más de un siglo construyó, pues el siglo XIX fue testigo presente cuando abrió los ojos por primera vez y luego el XX lo vio trabajar como aserrador, policía, zapatero o fabricante de jíqueras y alpargatas en su natal pueblo y ahora, el siglo XXI lo despide con 115 años a su espalda.
Fue el pasado 31 de diciembre su último cumpleaños y su último año viejo, pero eso sí, con buena salud hasta el último día de su vida, “no dijo sentir nada ayer, almorzó normalmente y se notaba aliviado, luego se acostó en la cama y hoy murió a las seis y treinta de la mañana”, dijo a MiOriente Marleny Atehortúa, familiar nieta de don Marco Tulio.
En este momento se realiza el acto de velación hoy serán sus exequias en la misma tierra donde aquel día de 1898 nació.
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