La región experimenta por estos días, y hasta mediados de diciembre, la segunda temporada de lluvias del año. En consecuencia, el número de personas que contraen infecciones respiratorias agudas (IRA) incrementa de manera considerable.
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Si bien las medidas de autoprotección (lavado de manos, distanciamiento físico, uso de tapabocas, etc.) que las autoridades han promovido hasta el cansancio reducen los riesgos de contagio del COVID-19 y las IRA, el Gobierno Nacional hace un llamado a diferenciar los síntomas que se presentan en ambos casos para no generar alarmas.
Por eso, es necesario tener en cuenta que el COVID-19 genera habitualmente síntomas como tos seca, fiebre mayor o igual a 38 grados centígrados con escalofríos y sensación de ahogo. También pueden presentarse, aunque con menor intensidad, malestar de garganta, dolor de cabeza, pérdida del olfato y el gusto.
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Por su parte, un resfriado común o la influenza provocan congestión nasal, secreciones por la nariz, ojos llorosos, escalofríos, estornudos, cansancio, garganta irritada, dolores corporales, tos y sensación de malestar general. Incluso, algunas personas (más niños que adultos) pueden sufrir vómito y diarrea.
“Aunque son síntomas que pueden ser similares, es importante diferenciarlos, sumado a identificar si la persona tuvo contacto con alguien con diagnóstico de COVID-19, eso permitirá evaluar qué cuadro de infección presenta”, explicó José Alejandro Mojica, médico pediatra e infectólogo del Ministerio de Salud y Protección Social.
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Tenga en cuenta que los síntomas del COVID-19 pueden presentarse entre cinco y 14 días después del contagio, los de la gripa entre uno y dos días, y lo de la influenza entre uno y cuatro días después de haber contraído la infección.
“Tanto el COVID-19 como la influenza pueden provocar enfermedades graves. El riesgo de complicaciones en niños sanos es mayor en el caso de la influenza en comparación con el nuevo Coronavirus”, indicó Mojica.