Publicado por El Tiempo
Tanto para Cornare como para la concesión Aburrá-Oriente, el concepto emitido por la Contraloría en contra del túnel de Oriente está fuera de toda lógica. El proyecto, dijo la autoridad ambiental y la empresa, no será un riesgo ni para la reserva del Nare ni para los acuíferos que atraviesan la montaña de Santa Elena.
De hecho, según Javier Parra, director de Planeación de Cornare, ellos ya mandaron un documento completo en donde le explican al ente de control que las dudas no tienen asidero y que van en contravía de los estudios complementarios que realizaron y los cuales fueron revisados no solo por esa autoridad, sino también por Corantioquia, la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla) y la misma Gobernación de Antioquia.
“Están completamente errados en la lectura de la información. Nosotros les respondimos un documento donde, punto por punto, les explicamos que están equivocados, que no observaron ni analizaron los estudios de impacto ambiental que presentó la Gobernación de Antioquia y la concesión vial”, agregó Parra.
Y es que la función de advertencia que emitió la Contraloría da cuenta de que no existe un diagnóstico ambiental de alternativas para los impactos que generará el proyecto.
Eso, precisamente generó una inconformidad, pues según Parra, fueron 47 expertos los que realizaron los estudios y 37 los funcionarios de las entidades mencionadas quienes los revisaron.
Para el gerente de la concesión vial Aburrá-Oriente, Jaime Ramírez Ossa, la opinión de la Contraloría le genera daños al proyecto de 869.000 millones de pesos, ya que ha sido una de las obras de infraestructura del país con mayor críticas.
“Deberían medirse en dar esas opiniones para no causar esos daños (...) E insisto, los estudios completos dan respuesta a esos cuestionamientos. Esperamos que se los lean a plenitud”, añadió.
Sin embargo, los críticos del túnel están de acuerdo con la Contraloría. El exministro de Minas y Energía, Jorge Eduardo Cock, puso en tela de juicio la interpretación de Cornare y el concesionario.
Para él queda en evidencia que si ese proyecto se construye como está planeado “Santa Elena se convertiría en un desierto”.
“Es una advertencia muy seria donde la Contraloría le dice a todas las entidades: ‘ojo con esto’ que ustedes están haciendo algo que pondrá en alto riesgo a los acuíferos y eso les podría acarrear consecuencias de toda índole, investigaciones disciplinarias y fiscales”, dijo.
Basta leer detenidamente la modificación de la licencia ambiental –continuó Cock– para darse cuenta de que se perderán 20 litros de agua por segundo lo que “generaría una baja irrecuperable del nivel freático (aguas subterráneas) de la montaña”: “Estoy seguro de que ellos (Cornare y la concesión) se van a escudar en los estudios complementarios y van a bregar hasta lo último en no reconocer el error”.
Y así lo da entender la posición de Ramírez, quien aseguró que pese a la advertencia de la Contraloría para agosto o septiembre de este año reiniciarán las obras.
La del túnel, una historia sin final
El túnel de Oriente es, sin duda, uno de los proyectos de infraestructura que más líos ambientales ha tenido en la historia de la ingeniería colombiana. En enero del 2012, un mes después de haber iniciado las obras, el Ministerio de Medio Ambiente, ordenó revisar la licencia ambiental otorgada al proyecto lo que terminó en una suspensión del mismo hasta la fecha y hasta tanto no resolvieran 31 puntos que pondrían en riesgo las aguas de la montaña.
La Gobernación y el concesionario iniciaron un trabajo que duró 26 meses (hasta marzo pasado) donde resolvían esos problemas. Eso llevó a que Cornare aprobara una modificación de la licencia ambiental.
Sin embargo la presión ciudadana, especialmente la de la Veeduría del túnel de Oriente, encontró oídos en estamentos nacionales que han aceptado sus argumentos para impedir que construyan la obra.
