Aunque la acromegalia es una enfermedad poco frecuente, su impacto sobre la salud y la calidad de vida de quienes la padecen es significativo. A nivel mundial, su prevalencia se estima en cerca de 60 casos por cada millón de habitantes, con la mayoría de diagnósticos entre los 40 y 60 años. En Colombia, las cifras son similares: 60 casos por millón de habitantes y 3,5 casos nuevos por millón al año, según el Consenso Colombiano sobre criterios diagnósticos y terapéuticos de la acromegalia, elaborado por la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE).
A pesar de su baja frecuencia, la enfermedad representa un alto impacto clínico, pues afecta sobre todo a adultos en edad productiva y está asociada con un subdiagnóstico considerable. Se estima que el diagnóstico puede tardar entre cinco y diez años, retraso que incrementa el riesgo de complicaciones graves y deteriora la calidad de vida de los pacientes.
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“La acromegalia es una enfermedad poco frecuente, pero de gran impacto clínico y social. El diagnóstico suele tardar varios años, y durante ese periodo los pacientes desarrollan complicaciones cardiovasculares, óseas, metabólicas y hormonales que deterioran su calidad de vida e incrementan el riesgo de mortalidad”, explicó el doctor Henry Tovar, endocrinólogo y miembro de la ACE.
Entre las complicaciones más comunes se encuentran hipertensión arterial, diabetes tipo 2, apnea del sueño, falla cardíaca, osteoporosis, alteraciones hormonales, aumento del colesterol y mayor riesgo de cáncer colorrectal, lo que evidencia que se trata de una enfermedad multisistémica que requiere atención integral y especializada.
Llamado a fortalecer la detección temprana
La ACE insiste en la necesidad de mejorar la formación de los profesionales de la salud para evitar retrasos diagnósticos, especialmente cuando aparecen signos como agrandamiento progresivo de manos, pies o rasgos faciales, sudoración excesiva, cambios en la voz y cansancio persistente, así como cuadros de hipertensión o apnea del sueño sin causa aparente.
Con motivo del Día Mundial de la Acromegalia, que se conmemoró el pasado 1 de noviembre, la Asociación reafirma tres pilares de acción:
- Visibilidad, para sensibilizar a la población y a los profesionales sobre sus signos tempranos.
- Capacitación, para que diferentes especialidades médicas incluyan la acromegalia en sus diagnósticos diferenciales.
- Articulación, para avanzar en un registro nacional y en rutas claras de atención.
Un desafío para el sistema de salud
El especialista subraya que el desafío excede la consulta médica individual. “Se requiere fortalecer las rutas de atención, garantizar el acceso a pruebas hormonales como IGF-1 y GH, y a resonancia magnética hipofisaria. En muchos casos, los pacientes enfrentan demoras para acceder a estos estudios, lo que retrasa el tratamiento”, señaló Tovar.
La conmemoración destaca la urgencia de mejorar el acceso a diagnóstico, tratamiento especializado y seguimiento continuo, así como de fortalecer alianzas entre pacientes, profesionales y autoridades sanitarias.
Aunque la acromegalia es poco común, su detección temprana y un manejo integral son claves para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. La ACE continúa liderando esfuerzos para promover el conocimiento, fortalecer la formación médica y avanzar hacia atención más oportuna, equitativa y efectiva en el país.
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