Por: Felipe Vélez Pérez
Historiador Universidad Nacional
Es un fenómeno varias veces denunciado, extensamente sabido y débilmente tratado el hecho de que Rionegro es un municipio de corta memoria. Se recuerdan solamente los sucesos recientes, los acontecimientos que son de conocimiento inmediato y de los cuales nuestros padres -y acaso nuestros abuelos- pueden ofrecernos sus visiones, porque fueron testigos o partícipes de los mismos; pero pocas cosas recordamos más allá del relato cercano. Nuestra memoria como municipio es reducida, fragmentada y pequeña, y esto, en últimas, si no debilita el vínculo social, por lo menos le impide fortalecerse decididamente y emprender nuevos caminos en el campo de la cultura.
Al margen de los más inquietos y curiosos lectores de la historia del municipio, o de aquellos que han dedicado buena parte de su tiempo a investigar y relatar procesos históricos, personajes destacados, acontecimientos importantes, etc., la mayoría de los rionegreros conoce a grandes rasgos algunos aspectos de las vidas de Javiera Londoño y José María Córdova, las historias de la Casa de La Convención, los sucesos de la Constitución de 1863, algunas obras de Baldomero Sanín Cano, el indio Piel Roja y el sombrero de Ricardo Rendón Bravo, el empeño de educadores como Julio Sanín y la trayectoria de sacerdotes como Juan Manuel González Arbeláez. Pero entre los intersticios de esos sucesos y de esos personajes se encuentran las voces y las acciones de varios escritores, poetas, médicos, políticos, comerciantes y otras personas que se han destacado en diferentes campos a lo largo de la historia del municipio de Rionegro.
¿Qué se sabe de Juan Cancio Tobón? ¿Quién fue? ¿Qué hizo? No solo es preciso comenzar a recordar este grande poeta, también es un gusto sentarse a leerlo, a disfrutar de sus versos y sus palabras románticas y gozar con esa forma tan particular y fascinante como un buen escritor nos pone de cara al mundo y a la vida. Un buen poema porta en sí mismo una sensibilidad y una singular manera en que se aprecian los fenómenos humanos y las experiencias de vida, y de allí su importancia y su riqueza.
Pero leamos al mismo Juan Cancio Tobón en su religiosidad, en su verso suave y profundo, escribiéndole a la luna y pensando que tal vez después, a la hora de morir, tendrá en ella cobijo:
…
Que esta noche también tiene su luna
Y de las nubes despedaza el velo,
Astro de paz, de gloria y de fortuna,
No temáis, el sepulcro es una cuna
Mecida por los ángeles del cielo.
(Dos astros)
Juan Cancio Tobón representa uno de los poetas más importantes en la historia de la lírica romántica antioqueña del siglo XIX. Escribió sus poemas sobre distintos temas y a partir de sus impresiones y de un trabajo constante en la escritura. Entre sus versos están Rionegro (“…el azul de estas montañas y el humo de estas cabañas…” [En el Valle]), José María Córdova, sus amigos, sus familiares, sus amores, la patria, la noche, el sol, la resignación y la modestia, el recuerdo, algunos escritores que admiró y, entre muchos otros temas, las grandes cuestiones humanas: Dios, la felicidad, el amor, el dolor y la muerte.
Léase esto como una invitación a conocer al poeta romántico, a leerlo, a pensarlo y a gozar en contacto con sus verso