Conocidos como cucarrones marceños y abrileños, esos animalitos que nacen como larvas y van creciendo hasta convertirse en el famoso mojojoy, invaden las calles de los pueblos desde febrero y casi hasta finalizar abril, siendo relacionados incluso con el tiempo de la cuaresma.
Este insecto, del cual se han identificado hasta 66 especies solo en el Oriente Antioqueño, y cuyo color por lo general es café con puntos negros, o negro totalmente, es, sin embargo, una plaga que arruina los cultivos y que por desgracia no es bien combatido por los campesinos.
“Tiene un ciclo de vida de poco menos de un año, y es un insecto que se convirtió en plaga precisamente por el mal manejo que se hizo de él, aunque el daño mayor lo hace en la fase de larva porque se alimenta de las raíces de las plantas”, dijo a MiOriente Rodrigo Arenas, ingeniero agrónomo y contratista de Cornare.
Dentro de su desarrollo biológico, las hembras ponen en promedio 40 huevos; 20 machos y 20 hembras. En la década de los 90, en varios municipios del Oriente las personas instalaban trampas y hasta se ofrecían premios en las escuelas para quienes capturaran mayor cantidad de estos insectos como una estrategia para controlar su reproducción. Solo en El Carmen de Viboral llegaron a recolectarse hasta 5.600 cucarrones.
“Hay momentos en que se dispara la población porque no ha habido buenas prácticas en el manejo del insecto, aunque hay municipios como El Santuario que llevan 20 años trabajando en campañas para controlar las plagas, incluso en las escuelas rurales”, agregó Arenas.
Así pues, más que un “fenómeno propio de la Semana Santa”, los cucarrones marceños siguen siendo una molestia en zonas rurales y urbanas, aunque se hayan convertido también en un recuerdo de la infancia.
