Por Cristian Duque
Vivimos en una sociedad competitiva, donde el pensamiento de muchas personas es: “cada quién a lo suyo”. Así se ha promovido una cultura del individualismo donde el otro se convierte en una razón instrumental para mi propio beneficio, alguien que se ve como objeto para satisfacer mis necesidades, perdiendo ese genuino interés por lo que en esencia debería representar el prójimo.
Erich Fromm plantea que nunca antes las personas de una sociedad se habían sentido tan solas, aún en medio de las multitudes; y esto, debería ser un motivo de preocupación si se considera que la necesidad de relacionarnos es una parte fundamental de nuestra condición, ya que como lo planteaba Aristóteles, somos seres sociales por naturaleza.
Pero el centro de esta reflexión no es la soledad. Se quiere mejor hacer un elogio a la amistad, a la necesidad de generar vínculos, y sobre todo de establecer relaciones profundas. Algunos dicen que no existen los amigos, otros se quejan porque más de una vez les han fallado y no falta quien diga: amigo ¡el ratón del queso! Pero, la dificultad radica en que todos esperan encontrar amigos, pero muy pocos se preocupan por serlo.
Hay un gran desafío y es de perspectiva. En vez de esperar tanto de afuera, valdría la pena preguntarse qué tipo de amigo soy yo para los demás; quizás soy el amigo que siempre llama a pedir favores, o el circunstancial que está ahí solo porque la situación lo obliga, o el interesado que espera recibir beneficios personales, o el indiferente que nunca muestra interés por el otro, total, no acabaría la lista para nombrar las formas erradas de ser amigo.
Pero yo quiero hablar hoy del tipo de amigo que deberíamos ser para los demás, y lo he designado: el amigo en clave de sol. Un amigo debe ser alguien cálido que ilumine los momentos de oscuridad en los que a veces el otro se pueda encontrar, alguien que, aunque no lo veas, todo el tiempo sabes que sigue ahí presente, alguien que mueva tu mundo, pero sobre todo que te impulsa a ser mejor.
Un amigo es alguien clave para tu desarrollo, que te motiva a seguir el ritmo y darle orden a la sinfonía de tu existencia, que te ayuda a conservar la armonía a pesar del estruendo de los días de hastío; alguien que te da una mano y te salva del aburrimiento trayendo música y alegría.
Hoy quiero exaltar a todas aquellas personas que saben ser amigos, aquellos que se ocupan y saben dedicarse a quienes profesan querer en sus vidas; aquellos que sin dudar sacan tiempo para saludar, preguntar, visitar y ayudar a sus amigos. Ser amigo implica interesarse por el otro, y esta palabra viene del latín “interesse”, que significa “estar entre el otro”. ¿A quién sientes dentro de tu vida? A ese llámalo amigo.
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