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¡Cada cual da de lo que tiene!

  •  “Todo lo que haces a los demás también te lo haces a ti mismo”
    Erich Fromm

    Desde la antigüedad se habla del poder de la palabra y es justamente a través de esta que se ha entretejido la historia. Primero por medio de la tradición oral y posteriormente con el uso de la escritura. En el mundo ha tomado mucha fuerza la idea del dominio que tiene quien a través de sus ideas y expresiones, incide en la vida de otros y en su propia realidad.

  • Marshall McLuhan, erudito canadiense, en la década del 70 ya visionaba una sociedad de la información y vislumbraba el mundo como una aldea global, refiriéndose a que, gracias al incremento en las intercomunicaciones humanas por los medios electrónicos, todas las personas sin depender del lugar y de su condición económica, tendrían acceso a la información.

    Pero el problema de hoy no radica en el acceso a la información. El inconveniente se presenta cuando surge el “prosumidor”, término acuñado por el futurólogo Alvin Toffler, para referirse a la persona que se convierte en productor y en consumidor al mismo tiempo. Cualquiera, sin tener la preparación, la estructura mental y la capacidad reflexiva, escribe y cuelga en el internet sus opiniones sin argumentos. Y lo que es más grave, en ocasiones sin evidencias apela a la difamación de la vida de otros. Todavía peor es que haya quienes creen sus majaderías sin asumir una posición crítica.

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    Igualmente pasa en la vida de la cuadra, del barrio, del pueblo y de la ciudad: a diario se mueve el rumor, el murmullo, el comentario sobre el prójimo. ¡Qué fácil es hablar mal del otro y arruinar su reputación! Pero bueno, ¡cada cual da de lo que tiene! Al escuchar y al leer a alguien, ya te podrás hacer una idea de él.

    Urge que, así como el comensal exigente elige muy bien lo que va a digerir, las personas aprendan también a seleccionar qué escuchan, que leen, a quién le creen y qué medios de información frecuentan; porque si no, es muy probable que su realidad termine siendo tóxica.

    Hay que tratar de ayudar a quienes viven constantemente hablando mal de los demás, porque probablemente son peores jueces consigo mismos. Si no se dejan auxiliar, lo más conveniente es alejarse, pues muy probablemente terminen haciéndote daño.

    Dicen que todo en la vida se devuelve, así como el efecto del eco que se produce en las montañas. Vale la pena reflexionar sobre qué pensamientos, palabras y acciones lanzas al mundo, porque es muy probable que eso regrese a ti, y por lo general, en mayor proporción.

    Si vas a criticar, que sea para construir, nunca para destruir. Pobres de aquellos que solo ven lo malo, de los que buscan la caída del otro, e impregnan al mundo de malas intenciones, del deseo de que el otro fracase, porque en sus acciones externas reflejan lo triste de su vida interior.

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