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Crónica: "¿Yo no entiendo por qué se me lo llevaron?, él era un hombre muy trabajador y echado para adelante"

  • Doña Angelina, cuenta con mucha fortaleza los detalles de la desapareción de su hijo y empata con fluidez en la misma línea de dolor.


    Durante miles de años la existencia de manera lamentable, resulta condicionada en muchas ocasiones a las decisiones irracionales de personas quienes en esquivos asomos de poder, venganza o pensamientos sesgados a sus propios criterios de destrucción, reclaman la vida de otros como si de su propiedad se tratara. En algunos casos sus deseos asesinos son letales, pero no trascienden a la desaparición de sus ya inertes víctimas, lo escalofriante de estos oscuros pensamientos, es que para algunos resulta necesario, además de matar, desaparecer por completo todo rastro de quien es asesinado. Esta cultura que la historia ilustra con desgarro, ha sido también implementada en Colombia, hace varias décadas atrás, su martirizante existencia ha cesado tan solo un poco, pero no deja de robar vidas, desaparecerlas y acabar con otras que respiran con la esperanza de ver regresar a quienes un día sin más ni qué, se convirtieron en moradores constantes del "No se volvió a saber absolutamente nada".

  • Según cifras procesadas por el Centro de Referencia Nacional sobre Violencia, la manera de muerte más frecuente es la violenta, seguida de los accidentes de transporte. En tercer lugar están las muertes accidentales, seguido del suicidio. De muchas de estas víctimas no se sabe su paradero, por lo que seguramente algunas reposan como NN en algún campo Santo o fosa común de cualquier lugar del país, de otras en cambio su destino, como ellos tampoco tiene nombre. Uno de esos muchos casos registrados en Colombia es el de Claudio Gómez Gómez, quien como  cuenta doña Angelina su madre, pasó por la plaza de mercado de Sonsón el 29 de diciembre de 2001, pitó en señal de saludo para su mamá y continuó en su carro hacia lo que sería su último viaje, pues kilómetros más adelante la guerrilla de las FARC retendría su libertad y robaría la tranquilidad de doña Angelina, quien a pesar de las varias versiones que ha escuchado incluso de la ahora "Gestora de paz" alias Karina, no ha encontrado el descanso que pide su alma desde aquel diciembre tan doloroso en el que su hijo desapareció.

    "¿Yo no entiendo por qué se me lo llevaron?, él era un hombre muy trabajador y echado para adelante, porque eso sí, ese hombre no se le desmayaba a nada, era muy servicial y juicioso, dicen que está muerto, la misma Karina, me dijo en una audiencia que tuvimos las victimas con ella, que si lo habían matado y lo habían tirado al río Santo Domingo, pero yo no creo, a mí algo me dice que él está vivo y es lo que yo único que yo reclamo, que me digan la verdad, que vivo o muerto está, pero la verdad" dice doña Angelina, quién con mucha fortaleza cuenta con detalles la historia de su hijo y empata con fluidez en la misma línea de dolor, la historia de su otro hijo, también asesinado por la guerrilla y abandonado en la misma vía a Sonsón, donde muy pocos meses antes los bandidos se habían llevado a su otro hijo.

    "Yo llegue en un carro hasta donde estaba el monito tirado, en medio de un diluvio, era una borrasca que yo no sé cómo no se me lo llevo, yo me baje de ese carro y caí de rodillas y mirando al cielo le dije a Dios, ¿ Cómo es posible padre que hayas dejado que cometieran este crimen tan horrible y vos mamita querida porque dejaste que mataran a mi muchacho de esta forma, santigüé a mi hijo y me fui para la casa a organizar lo del velorio, pero bueno por lo menos a él lo enterré, pero del otro no se sabe absolutamente nada, nada es nada solo comentarios, pero ninguna verdad".

    Y esta seguramente, aunque con versiones distintas es la realidad de muchas madres, padres, hermanos, esposas, hijos y amigos en Colombia que esperan saber el paradero de sus seres queridos, hoy cuando en el país marchamos para respaldar el proceso de Paz y buscar y buscar que haya un sanación de esos atroces recuerdos, también debemos detenernos a pensar por un instante si esos latigazos a la esperanza realmente cicatrizaran para dejar de doler. Los cerca de 50 mil desaparecidos que a la fecha existen en el territorio nacional deben sin duda dejar un precedente claro y es que la violencia solo lleva al fracaso, al dolor y la división de los sentimientos de afecto de nuestro pueblo.

    Por: Guillermo Carmona

     

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