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Concepción, un nombre fundido en oro y devoción

  • Por: Juan F. Tobón Aristizábal.

    El brillo del oro ha sido, durante siglos, la luz que ha marcado el camino de muchas personas llevándolos tras él. Concepción es un municipio del Oriente Antioqueño, que al mejor estilo paisa, es llamado también ‘La Concha’. Para finales del 1600, hasta el territorio que antes fue habitado por aborígenes Tahamíes y Caribes, que hoy conocemos como Concepción, arribaron propietarios mineros provenientes de la ciudad de Antioquia a expandir sus explotaciones.

  • Así entonces, entre oro, minas, y la devoción de sus propietarios hacia la Virgen de la Inmaculada Concepción, es como surge la historia del nombre de este municipio que está ubicado a 65 kilómetros de la capital antioqueña. Los yacimientos de agua, generosos para la explotación de oro en ese entonces, fueron bautizados Real de Minas de Nuestra Señora de la Concepción.

    Para esas fechas, el territorio pertenecía a la jurisdicción de Rionegro y Marinilla, pero para 1736, el presbítero Esteban Aragón de Marinilla ordenó la primera capilla del territorio, “dando inicio a la conformación del poblado que sería después el municipio que es hoy. Esta capilla era atendida por clérigos de Remedios, Marinilla y Rionegro”, según documentos facilitados por Hernán Yarce, encargado de la Casa de la Cultura de Concepción.

    El 6 de noviembre de 1770, por decreto, el doctor Juan Salvador de Villa y Castañeda, cura de Medellín y superintendente de la Provincia de Antioquia, ordenó la erección de la nueva Parroquia de Concepción, nombrando como primer párroco al presbítero Francisco J. Hermenegildo Leonín de Estrada, hecho que dio paso a la posterior transición de poblado a municipio. La Fundación fue en 1973 y su primer alcalde fue José A. Delgado.

    Para 1787, Concepción contaba con autoridades civiles y eclesiásticas, además, su estructura social ya estaba constituida por una población de medianos y pequeños propietarios, pues la mayoría de sus habitantes poseían tierras para el cultivo. Durante sus primeros años de existencia oficial, la localidad tuvo un acelerado crecimiento demográfico, en 1808 se hallaban 786 habitantes y la cabecera contaba con “cinco casas de teja, 18 de paja y un templo parroquial construido de ladrillo, mezcla de cal y arena, y techado de teja”, relata el documento.

    De esta manera, el maridaje entre iglesia y política le dio forma y lugar a una población bautizada con un nombre hecho de oro y devoción.

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