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Hoy el fútbol está de fiesta

  • Hoy el fútbol no está de luto, realmente está de fiesta. Lo que vivió el mundo del deporte el lunes fue el mejor regalo de Navidad para Colombia, Brasil, y la hinchada “futbolera” del Globo Terráqueo, en fin,  para toda la humanidad. Ese día estaba atónito, impávido, triste y hasta dudoso de los caminares de la vida. Entendía que nadie es eterno y que no tenemos el futuro asegurado, sin embargo el dolor era incontrolable, imaginándome todo el drama familiar que vivía una a una las familias de estos hombres, mujeres, periodistas, azafatas, pilotos, hermanos, amigos, novios, estudiantes, astros del balón o simplemente humanos.

    Hoy digo que sí es un día de fiesta, un día para celebrar. Ganó el fútbol porque por primera vez los colores no se antepusieron sobre la vida, por primera vez la gente entendió que lo que rueda sobre las canchas es producto de un juego, de una pasión y que ahí debe de parar. Por primera vez las barras bravas, los de acá los de allá, los clubes, las ligas, las naciones, se unieron en el dolor de la partida, mermando el apasionamiento mal sano por el fútbol, las copas y los resultados. Ganó que hoy no hallan muertos producto de vándalos que se matan y matan con la excusa de un amor insano e innecesario por un equipo. Hoy esta tragedia nos libera de los paradigmas y nos reúne como pueblo en el amor y la piedad.

  • Sí, su muerte ayudará a cambiar la visión del fútbol. Serán héroes y valdrá la pena. Sí, aunque suene muy descabellado, valdrá recordarlos como los promotores de una nueva ideología del fútbol, basada en la técnica, el amor limpio y el apoyo a los equipos, dejando de lado los insultos, las rivalidades y el odio que nos mata sin razón.  Hoy sí es un día para festejar: ¡es el día donde la muerte sirve para dar vida!

    Su legado, su proceso y la forma en que murieron harán que sean recordados eternamente. Su mensaje y la valentía de su ascenso en el fútbol, será la clave para amar ese deporte, desde adentro como jugador y desde afuera como hincha. Su manera pacífica de jugar y lo fatídico de su desenlace, hizo que fuera visto por el continente entero y compungiendo a todas las naciones y altas esferas sociales y gubernamentales, ¡por eso son historia!

    71 muertes no son ni la punta de Iceberg comparadas con las miles que este deporte se ha llevado a lo largo de la historia, fruto de la violencia en los estadios, fruto de un mal fanatismo, la intolerancia y la ignorancia, cosas que sí se pueden evitar… Hoy miro al infinito y agradezco que hayan anotado un gol de campeones, vencieron las distancias, el tiempo y los idiomas y el equipo Chapecoense ya es símbolo mundial de buen fútbol, de amor, de sueño, de coraje y de humildad. Sus almas volando están y sus vidas ejemplos serán, para que en Colombia y el resto de la humanidad, el fútbol lo vivamos en paz.

    ¡Vuelen alto, tan alto como sus sueños!

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