NOTA: cambiamos el nombre de la madre y de la víctima para proteger sus identidades
“El padre Héctor Ayala acaba de violar a Daniel”; esas son las palabras que Mariela Ceballos asegura no ha podido olvidar. Se referían a Héctor Ayala León, un sacerdote de la Parroquia Santísima Trinidad, ubicada en el barrio Montesol de La Ceja, quien minutos antes había abusado sexualmente a su hijo, Daniel, de tan solo doce años. “Hasta hoy no he sido capaz de asimilar esas palabras”, dice Mariela.
Eran las seis y treinta de la tarde del lunes 10 de diciembre del 2018. Mariela había regresado a casa después de su jornada laboral cuando recibió la noticia. En medio de la confusión, se dirigió hacia la oficina de Infancia y Adolescencia e instauró la denuncia. De inmediato un grupo de policías y psicólogos de la Comisaría de Familia iniciaron un proceso de acompañamiento a Daniel. Sin embargo, como ha dicho Mariela, “esto dejará secuelas para toda la vida”.
Para no ser detenido, el sacerdote huyó al día siguiente. Al parecer, estuvo prófugo durante un mes en ciudades como Bucaramanga y Rionegro, hasta que el 10 de enero se entregó voluntariamente. Para entonces, Héctor Ayala ya había sido retirado de sus servicios ministeriales por decisión de la Diócesis Sonsón-Rionegro.
“No puedo creer lo que pasó, porque a parte de ser el Párroco de Montesol, era el padrino de confirmación de mi hijo desde el 29 de septiembre”, asegura. Se espera que Daniel, quien es consciente del abuso del que fue víctima, sea sometido a una serie de terapias psicológicas en Rionegro. Pero Mariela cita una y otra vez las palabras de su hijo: “el padre me enseñó a perdonar. Me gustaría tenerlo de frente y decirle: lo perdono, pero usted debe pagar por lo que me hizo”.
Daniel era acólito en la Parroquia Montesol, donde el Obispo de la Diócesis, Monseñor Fidel León Cadavid, nombró al padre Ricardo Giraldo Múnera como nuevo párroco. Por lo pronto, la sede eclesiástica informó que no se pronunciará al respecto del caso, aunque colabora plenamente en la investigación que adelantan las autoridades en un municipio que, según el imaginario popular, es el segundo lugar del mundo con más sacerdotes por metro cuadrado después de Roma. Lo cierto del caso es que la Iglesia se ve una vez más obligada a abrir el debate sobre la anulación del celibato.
Este es uno de los sermones del sacerdote: